ecosistemas

ISSN 1697-2473

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Ecosistemas 34(2): 2773 [mayo-agosto / May-August, 2025]: https://doi.org/10.7818/ECOS.2773

 

MONOGRÁFICO: Ecología del ectoparasitismo / MONOGRAPHIC: Ectoparasite ecology

Editores invitados / Guest editors: Jorge Garrido-Bautista, Francisco Castaño-Vázquez y Santiago Merino

 

ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN / RESEARCH ARTICLE

 


Fenología de la reproducción y exposición a ácaros hematófagos en dos lacértidos mediterráneos

Rodrigo Megía-Palma1,* ORCID logo, Claudia Mediavilla2 ORCID logo, Senda Reguera3 ORCID logo, Rafael Barrientos2 ORCID logo

 

(1)    Grupo Biología Evolutiva y de la Conservación. Universidad Complutense de Madrid (UCM), Facultad de CC Biológicas, Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución, E-28040 Madrid, España.

(2)    Grupo de Ecología de Carreteras, Universidad Complutense de Madrid (UCM), Facultad de CC Biológicas, Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución, E-28040 Madrid, España.

(3)    Instituto de Educación Secundaria Don Pelayo, calle Joaquín Sorolla, s/n, E-28810, Los Hueros, Madrid, España. 

 

* Autor para correspondencia / Correspondig author: Rodrigo Megía-Palma [rmegia01@ucm.es] 

 

> Recibido / Received: 27/05/2024 – Aceptado / Accepted: 28/10/2024

Cómo citar / How to cite: Megía-Palma, R., Mediavilla, C., Reguera, S., Barrientos, R. 2025. Fenología de la reproducción y exposición a ácaros hematófagos en dos lacértidos mediterráneos. Ecosistemas 34(2): 2773. https://doi.org/10.7818/ECOS.2773

Fenología de la reproducción y exposición a ácaros hematófagos en dos lacértidos mediterráneos

Resumen: La teoría de las estrategias vitales postula que la energía de la que disponen los individuos es finita y que resulta adaptativo priorizar aquellos procesos vitales que permitan maximizar la eficacia biológica. La reproducción es la pieza fundamental de esta teoría, pues por su acción directa los individuos dejan descendencia y por ello reproducirse es prioritario frente a cualquier otro proceso vital. Sin embargo, es energéticamente muy demandante y puede producir costes en otros procesos importantes que son también energéticamente demandantes; por ejemplo, el mantenimiento del sistema inmunitario y otros mecanismos antiparasitarios. Hemos comprobado esta hipótesis analizando la correlación entre los patrones fenológicos de la inversión en reproducción de dos especies de lagartija con distintos hábitos ecológicos y la variación estacional en el número de ácaros que las parasitan. Se encontraron algunas discrepancias interespecíficas en los patrones fenológicos de parasitación, ya que la especie que prefiere microhábitats más húmedos (Psammodromus algirus) presentó mayor prevalencia y número de ácaros, aumentando ambos parámetros de abril a julio en dicha especie. Además, las hembras grávidas de la especie que prefiere medios más secos (Acanthodactylus erythrurus) tuvieron tantos ácaros como la primera especie, lo que sugiere que podrían seleccionar lugares más húmedos durante la formación de los huevos. Sin embargo, no existió relación significativa entre la variación estacional en el número de ácaros y la fenología de la reproducción en los machos. Por tanto, es poco probable que la inversión en reproducción incremente la susceptibilidad frente a los ácaros en estas dos especies de lagartijas.

Palabras clave: Acanthodactylus; ectoparásitos; esfuerzo reproductor; inversión en reproducción; Psammodromus

Reproductive phenology and exposure to hematophagous mites in two Mediterranean lizards

Abstract: Life history theory postulates that the energy available to individuals is finite and that it is adaptive to prioritize those vital processes that allow biological efficiency to be maximized. Reproduction is the fundamental piece of this theory, since through its direct action individuals leave offspring and therefore reproducing is a priority over any other vital process. However, it is energetically very demanding and can produce costs in other important processes that are also energetically demanding; for example, the maintenance of the immune system and other antiparasitic mechanisms. We have tested this hypothesis by analyzing the correlation between the phenological patterns of investment in reproduction of two lizard species with different ecological habits and the seasonal variation in the number of mites that parasitize them. Some interspecific discrepancies were found in the phenological patterns of parasitization, where the species that prefers wetter microhabitats (Psammodromus algirus) had a higher prevalence and number of mites and these increased from April to July. Additionally, gravid females of the species that prefers drier environments (Acanthodactylus erythrurus) had as many mites as the first species, suggesting that they might select wetter locations during egg formation. However, there was no significant relationship between seasonal variation in the number of mites and reproductive phenology in males. Therefore, it is unlikely that investment in reproduction increases susceptibility to mites in these two lizard species.

Keywords: Acanthodactylus; Ectoparasites; Reproductive effort; Reproductive investment; Psammodromus


Introducción

Los parásitos están presentes de forma ubicua en la naturaleza y se han descrito efectos importantes en la evolución de las poblaciones de hospedadores (Møller et al. 1993; Gandon y Michalakis 2002; Watson 2013). Sin embargo, el término “parásito” es utilizado para englobar un conjunto de organismos que lo único que tienen en común es la evolución de una estrategia vital: vivir a expensas de otro organismo. Dentro de la definición de parásito cabe el que sus efectos reduzcan la eficacia biológica de sus hospedadores. Sin embargo, este efecto no siempre es obvio debido, en parte, a las historias coevolutivas entre parásitos y hospedadores que son dinámicas y dependen de la estabilidad del ambiente. En ocasiones, se puede alcanzar un equilibrio en la relación a través de procesos de coadaptación (Megía-Palma et al. 2018; 2023a; 2024). En este sentido, la teoría de las estrategias vitales (Beilharz et al. 1993; Roff 2002) establece que ante ambientes cambiantes los equilibrios coadaptativos pueden romperse en favor de los parásitos por los costes de esos cambios ambientales sobre el comportamiento, u otras estrategias antiparasitarias, de los hospedadores (Lafferty y Kuris 1999; Megía-Palma et al. 2020; Horn y Luong 2021).

La reproducción supone un importante cambio fisiológico para el hospedador del cual se puede beneficiar el parásito (French et al. 2007; Van der Most et al. 2011; Knutie et al. 2017). De hecho, este “estrés” o esfuerzo de reproducción se ha postulado recurrentemente como marco fisiológico en el que poder explicar el incremento estacional de las prevalencias y/o de las intensidades de algunos parásitos en las poblaciones de hospedadores como consecuencia de la inmunodepresión sufrida por los hospedadores durante la reproducción (Norris et al. 1994; Nordling et al. 1998; Saino et al. 2000; French et al. 2007). Por ejemplo, en lagartijas postulamos que se puede cuantificar el esfuerzo reproductor de una población mediante el análisis de la variación fenológica en: (1) la expresión de la coloración nupcial de sus individuos (entendiéndose aquella coloración que esté basada en pigmentos como los carotenoides y pteridinas, y que sea reabsorbida tras el periodo de emparejamiento); (2) el desarrollo gonadal (por ejemplo, el ancho del paquete testicular); o (3) el estado de gravidez de las hembras, cuya inversión reproductora entendemos como máxima durante la formación y acarreo de huevos. De este modo, esperamos que las lagartijas tengan un mayor número de ectoparásitos durante los periodos más demandantes de estos procesos. Sin embargo, podría ser que los procesos subyacentes fuesen otros ya que no todos los parásitos funcionan igual porque las historias coevolutivas de cada asociación parásito-hospedador podrían ser tantas como poblaciones de hospedadores existen. Por ejemplo, la variación fenológica en las intensidades de ciertos ectoparásitos en poblaciones de lagartijas puede estar influida por condiciones microclimáticas y la propia fenología de las poblaciones de ectoparásitos (Klukowski 2004; Pollock y John-Alder 2020; Drechsler et al. 2021; Rivera-Rea et al. 2022).

Hemos investigado dos especies de lagartija pertenecientes a la familia Lacertidae (Squamata) que no realizan ni cuidado de la puesta ni cuidados parentales tras la eclosión de los huevos. Las dos especies tienen tamaño similar, pero difieren en su selección de microambientes, así como en su comportamiento de termorregulación (Belliure et al. 1996). Acanthodactylus erythrurus (Schinz 1833) pertenece a un género de lacértidos con origen norteafricano (Tamar et al. 2016) y ocupa suelos arenosos sueltos en espacios abiertos (Belliure 2015). Dedica la mayor parte del tiempo a asolearse y mantiene temperaturas corporales significativamente más altas que la segunda especie estudiada (Belliure et al. 1996). Esta última, Psammodromus algirus (Linnaeus 1758), es una especie con origen filogeográfico en la península ibérica (Carranza et al. 2006) y que, aunque se le considera una generalista de hábitat, ocupa preferentemente sotobosques con hojarasca y dedica gran parte de su actividad diaria a desplazarse en busca de recursos (Carrascal et al. 1989; Belliure et al. 1996). La máxima actividad gonadal en ambas especies tiene lugar entre abril y mayo (Castilla et al. 1992; Díaz et al. 1994). Esta época es de interés porque podría estar relacionada con una mayor actividad de las lagartijas y un incremento de la susceptibilidad a infección por ácaros (Barrientos y Megía-Palma 2021), una vez que sabemos que ambas especies presentan ácaros hematófagos en el área de estudio investigada (Megía-Palma et al. 2022a; De los Ríos-Solera et al. 2024).

En el presente estudio vamos a comprobar si los patrones fenológicos de reproducción pueden contribuir a explicar la variación observada en el número de ácaros que tienen las lagartijas, en consonancia con la hipótesis que postula que el esfuerzo de reproducción de las lagartijas (cuantificado aquí con el ancho testicular y la variación en la expresión de la coloración nupcial en los machos, y con el estado de gravidez en las hembras) está relacionado con un aumento de las cargas de ectoparásitos. Esperamos que las hembras grávidas tengan más ácaros que las no grávidas (como consecuencia de los costes energéticos derivados de la producción de las puestas) en ambas especies y que las hembras tengan menos ácaros que los machos en ambas especies porque los machos de lagartija utilizan áreas de campeo más grandes que las hembras (Perry y Garland 2002). Este hecho está relacionado con la búsqueda de parejas por parte de los machos, así como con el comportamiento de patrullaje para excluir a posibles machos competidores. En este sentido, también esperamos que A. erythrurus tenga menos ácaros que P. algirus porque en la zona de estudio la primera selecciona microhábitats más secos, lo cual reduce la presencia de ácaros (Wu et al. 2019; BeVier et al. 2022), y porque su patrón diario de actividad implica un menor número de desplazamientos que en P. algirus (Belliure et al. 1996). También describimos el patrón fenológico de la variación en la complejidad cromática de la coloración nupcial de los machos de P. algirus y esperamos poder mostrar una correlación entre el número de ácaros y la fenología de la coloración (en P. algirus) y del ancho testicular (en A. erythrurus). De cumplirse estas relaciones, los resultados se alinearían con la predicción general que asume un incremento de la susceptibilidad a la infestación por ectoparásitos en lagartijas debido a los costes asociados con el esfuerzo de reproducción. Este trabajo aporta información novedosa sobre la fenología de la reproducción de dos especies en un contexto mesomediterráneo a la vez que analiza la variación en la presión por ectoparásitos que sufre esta población y puede generar un conocimiento base para futuros estudios más específicos.

Material y Métodos

Área de estudio y sistema de muestreo

En la segunda semana de cada mes, desde abril hasta septiembre de 2022, se capturaron un total de 69 A. erythrurus (41 hembras y 28 machos) y 151 P. algirus (76 hembras y 75 machos) en un bosque dominado por encinas (Quercus ilex) y con sotobosque de jara pringosa (Cistus ladanifer) en el Monte de El Pardo (Madrid, España; 40.50°N, 3.76°W; ~ 680 msnm). Para ello se buscaron lagartijas de manera aleatoria durante 2-3 días seguidos durante la tercera semana de cada mes en días soleados. Se utilizó un lazo corredizo sujeto en el extremo de una vara de 1.5 m de longitud y que estaba hecho con seda de suturar heridas. Este hilo cierra suave, pero firmemente, alrededor del cuello de las lagartijas al capturarlas (Barrientos y Megía-Palma 2021). Todos los datos fueron recolectados en el campo, y las lagartijas fueron liberadas unos minutos después de su captura en el mismo punto de captura para minimizar costes asociados (Barrientos y Megía-Palma 2021). Los individuos fueron marcados con un punto blanco en el dorso, utilizando para ello una pintura libre de xileno (e.g., Megía-Palma et al. 2022a). Los datos aquí presentados incluyen un 5% de lagartijas que fueron capturadas más de una vez y siempre en meses distintos. Sólo aquellos individuos considerados adultos fueron incluidos en el muestreo. Esto se decidió basándonos en la longitud desde la punta del hocico hasta la apertura cloacal (LHC) que medimos con una regla transparente con precisión de 1 mm. Los individuos con menor LHC incluidos en el análisis fueron considerados adultos porque, o bien presentaban coloración nupcial en el caso de los machos de P. algirus (mínima talla para un macho = 58 mm), o tenían claramente desarrollado el paquete testicular y tenían coloración dorsolateral de adulto en el caso de los machos de A. erythrurus (mínima talla para un macho = 65 mm). En el caso de las hembras, el tamaño menor que se consideró fue aquel que tuvo la hembra más pequeña que encontramos con huevos en el vientre (es decir, 60 mm en el caso de P. algirus y 58 mm en el caso de A. erythrurus).

Inversión reproductora

En el caso de las hembras, un mismo investigador (R.M.-P.) fue siempre el responsable de palpar su vientre para evaluar la presencia de huevos y asignar el estado de grávida o no grávida. En el caso de los machos, se hicieron fotografías de todos los individuos con un móvil (iPhone 8, Apple, CA, EEUU). Se fotografió ventralmente a los machos de A. erythrurus apoyando una regla (con precisión de 1 mm) sobre el paquete testicular porque el ancho testicular varía a lo largo de los meses asociado al estado reproductor (Castilla et al. 1992). Para los machos de P. algirus, se fotografió con el mismo móvil el lateral de la cabeza y la garganta porque la extensión y composición cromática de la coloración nupcial se reduce una vez terminada la reproducción (Megía-Palma et al. 2022b). Estas fotografías fueron luego utilizadas para medir el ancho testicular en A. erythrurus (en mm) y clasificar a los machos de P. algirus en seis categorías de acuerdo con la extensión de su coloración naranja y amarilla (que es la basada en carotenoides y pteridinas en los machos de esta población; Megía-Palma et al. 2021) siguiendo el método propuesto por Díaz (1993) (Megía-Palma et al. 2022b). Dicha extensión fue siempre categorizada visualmente por la misma persona (C.M.).

Conteos de ectoparásitos

En el campo, el mismo investigador (R.M.-P.) utilizó una lupa con 10 aumentos para estimar el número total de ácaros (intensidad de infestación). Estos se observaron principalmente entre las escamas de la cola y el vientre de ambas especies de lagartija, aunque también pueden encontrarse en otras zonas del cuerpo como por ejemplo los tímpanos, las axilas de las cuatro extremidades y la base de la cola (Megía-Palma et al. 2022a; 2022b; De los Ríos-Solera et al. 2024).

Análisis estadísticos

Realizamos los análisis estadísticos en Statistica 12.0 (StatSoft, Hamburgo, Alemania). Para comparar la prevalencia de ácaros entre especies, utilizamos una prueba de Chi-cuadrado. Para los conteos de ácaros (intensidad de infestación), los cuatro modelos realizados se ajustaron mejor con una distribución Gaussiana de los residuos tras transformar los datos de ácaros mediante logaritmo decimal que sin transformar. Por tanto, la intensidad de infestación transformada logarítmicamente se usó como variable dependiente en todos los modelos. En el primer modelo, que analizó el total de los individuos (N = 220), se incluyeron como predictores los factores mes, especie y sexo de las lagartijas. Además, se incluyeron las interacciones entre el mes y el sexo, el mes y la especie, y el sexo y la especie.

Se realizaron tres modelos más para analizar la variación en la intensidad de infestación en relación con los indicadores de inversión en reproducción utilizados. En el caso de las hembras, se pudieron analizar los datos de ambas especies juntos (n = 117) por ser el estado de gravidez el indicador utilizado. Se controló el modelo por los factores mes, especie y estado de gravidez. Se incluyó la interacción entre el estado de gravidez y la especie, para comprobar si el número de ácaros se ve influido de manera diferente, en función de la especie, por el estado de gravidez. La LHC se incluyó como posible variable confundidora (Drechsler et al. 2021).

En el caso de los machos de A. erythrurus (n = 28), los ácaros se modelaron incluyendo el mes como factor y el ancho testicular como predictor lineal. En el caso de los machos de P. algirus (n = 75), los ácaros se modelaron incluyendo también el mes como factor y el grupo de extensión de la coloración nupcial en el que fueron asignados como predictor categórico.

Resultados

La LHC media (± el error estándar) de las hembras de A. erythrurus fue de 70.46 ± 0.78 mm (rango = 58-82 mm); en los machos de esta especie fue 74.25 ± 0.79 mm (65-82 mm). En el caso de las hembras de P. algirus, la LHC fue de 68.65 ± 0.60 mm (60-78 mm) y en los machos de 70.13 ± 0.60 mm (58-80 mm).

Fenología de la inversión en reproducción

Hembras

La variación mensual en la frecuencia de aparición de hembras grávidas en la población indicó que P. algirus presenta dos eventos de reproducción mientras que A. erythrurus sólo uno (Fig. 1).

 

Variación mensual en la frecuencia de hembras grávidas de las dos especies de estudio en el Monte de El Pardo. El tamaño muestral para cada especie y mes se muestra encima de las barras

 

Figura 1. Variación mensual en la frecuencia de hembras grávidas de las dos especies de estudio en el Monte de El Pardo. El tamaño muestral para cada especie y mes se muestra encima de las barras.

Figure 1. Monthly variation in the frequency of gravid females of the two study species in Monte de El Pardo. The sample size for each species and month is shown above the bars.

 

Machos

Para el caso de P. algirus se observó en la población una mayor representatividad de grupos cromáticos con mayor superficie pigmentada (grupos verde, violeta y rojo; Fig. 2a) en los meses de abril a junio, coincidiendo con el periodo de emparejamiento de esta especie. También se observó una mayor preponderancia del grupo cromático de menor pigmentación (grupo amarillo; Fig. 2a) en los meses de junio a septiembre, donde la diversidad cromática en la población de machos de esta especie se redujo a la presencia solamente de machos asignados a los dos grupos de menor extensión de pigmentación (Fig. 2b).

En el caso de A. erythrurus, se observó que el máximo ancho testicular en los machos ocurrió en los meses de mayo y junio, con un descenso de éste en los siguientes meses (Fig. 2c y Fig. 2d).

 

Variación de abril a septiembre de 2022 en la frecuencia de machos de lagartija colilarga

 

Figura 2. (a) Variación de abril a septiembre de 2022 en la frecuencia de machos de lagartija colilarga (P. algirus) categorizados en seis grupos (siguiendo Díaz 1993) en función de la superficie de pigmentación de su coloración nupcial en el Monte de El Pardo (Madrid). El tamaño muestral para cada especie y mes se muestra encima de las barras. (b) Los códigos de colores usados en (a) corresponden, de abajo hacia arriba, a lagartijas con mayor superficie pigmentada. (c) Media ± error estándar mensual del ancho del paquete testicular en los machos de A. erythrurus en la población del Monte de El Pardo. (d) Fotografía ventral de un macho de A. erythrurus capturado en junio mostrando el paquete testicular.

Figure 2. (a) Frequency variation of male nuptial coloration categories (following Díaz 1993) in P. algirus observed from April to September 2022 in Monte de El Pardo (Madrid). The sample size for each species and month is shown above the bars. (b) The color codes used in (a) correspond, from bottom to top, to lizards with a larger pigmented surface. (c) Monthly mean ± standard error of the width of the testes in A. erythrurus males in the Monte de El Pardo population. (d) Ventral photograph of a male A. erythrurus captured in June showing the testes.

 

Ectoparásitos

Encontramos ácaros entre las escamas de ambas especies de lagartija, y pese a la presencia relativamente abundante de garrapatas en el área de estudio (observación personal), no encontramos ninguna sobre las lagartijas. La prevalencia de ácaros fue diferente para ambas especies (χ21, 219 = 25.69, P < 0.001), con el 62.3% de A. erythrurus infestados (hembras = 63.4% y machos = 60.7%) y el 90.7% de los P. algirus (hembras = 89.5% y machos = 92.0%). La intensidad de infestación fue significativamente menor en A. erythrurus que en P. algirus con una tendencia no significativa a que los machos de ambas especies presentaran intensidades mayores (Tabla 1). Las hembras de A. erythrurus tuvieron una abundancia promedio de 4.75 ± 1.24 (0-39) ácaros frente a los 15.07 ± 6.93 (0-178) de los machos. Las hembras de P. algirus tuvieron 12.64 ± 1.57 (0-65) ácaros frente a los 25.81 ± 3.98 (0-250) de los machos. Los resultados del modelo indicaron que fueron significativos los efectos de las interacciones de la especie con el mes y del sexo con el mes (Tabla 1). Vimos que A. erythrurus mantuvo intensidades de parasitación por ácaros similares durante todo el periodo de actividad y en general menores que P. algirus. Esta segunda especie mostró una tendencia al alza en el número de ácaros de abril a julio y después la intensidad de infestación descendió hasta septiembre (Fig. 3a). Mientras tanto, los machos tuvieron particularmente más ácaros que las hembras durante el mes de mayo (Fig. 3b).

 

Tabla 1. Modelo lineal general analizando el número de ácaros (transformado mediante log10) en todas las lagartijas (N = 220). SC = suma de cuadrados; gl = grados de libertad. Mes corresponde al periodo de abril a septiembre de 2022. Los efectos significativos (α = 0.05) están marcados en negrita.

Table 1. General linear model analyzing the number of mites (log10 transformed) on all lizards (N = 220). SC = sum of squares; df = degrees of freedom. Month corresponds to the period from April to September 2022. Significant effects (α = 0.05) are marked in bold.

 

SC

gl

F

Valor P

Intercepto

79.63

1

366.62

< 0.001

Mes

3.31

5

3.05

0.011

Especie

10.90

1

50.19

< 0.001

Sexo

0.77

1

3.55

0.061

Mes × Sexo

6.02

5

5.54

< 0.001

Mes × Especie

4.75

5

4.38

0.001

Especie × Sexo

0.52

1

2.40

0.123

 

 

Representación de las interacciones significativas mostradas en la Tabla 1

 

Figura 3. Representación de las interacciones significativas mostradas en la Tabla 1. (a) Variación fenológica del número de ácaros hematófagos sobre A. erythrurus y P. algirus. (b) Variación fenológica del número de ácaros atendiendo al sexo de las lagartijas.

Figure 3. Significant interactions shown in Table 1. (a) Phenological variation in the number of hematophagous mites on A. erythrurus and P. algirus. (b) Phenological variation in the number of mites according to the sex of the lizards.

 

Parasitación e inversión reproductora

El estado de gravidez influyó de manera significativamente diferente en la intensidad de parasitación por ácaros en función de la especie (Tabla 2). En este sentido, las hembras no grávidas de A. erythrurus tuvieron significativamente menos ácaros (3.94 ± 1.24) que las hembras grávidas de esta especie (9.50 ± 4.25 ácaros) y que cualquier hembra de P. algirus (no grávidas = 11.85 ± 1.72; grávidas = 14.48 ± 3.40) (Fig. 4).

 

Tabla 2. Modelo lineal general analizando el número de ácaros (transformado mediante log10) en las hembras (n = 117) de A. erythrurus y P. algirus. SC = suma de cuadrados; gl = grados de libertad. Mes corresponde al periodo de abril a septiembre de 2022. Estado de gravidez = con huevos en el vientre detectados mediante palpado. Los efectos significativos (α = 0.05) están marcados en negrita.

Table 2. General linear model analyzing the number of mites (log10 transformed) on females (n = 117) of A. erythrurus and P. algirus. SC = sum of squares; df = degrees of freedom. Month corresponds to the period from April to September 2022. Gravidity = with eggs on the belly detected by palpation. Significant effects (α = 0.05) are marked in bold.

 

SC

gl

F

Valor P

Intercepto

0.36

1

1.76

0.187

Mes

4.26

5

4.15

0.002

Especie

0.88

1

4.30

0.041

Estado de gravidez

0.91

1

4.43

0.038

Longitud hocico-cloaca (log10)

0.01

1

0.05

0.818

Especie × estado de gravidez

0.89

1

4.35

0.039

 

 

Media ± error estándar del número de ácaros presentes sobre las hembras de A. erythrurus y P. algirus atendiendo a su estado de gravidez resultado del modelo presentado en la Tabla 2

 

Figura 4. Media ± error estándar del número de ácaros presentes sobre las hembras de A. erythrurus y P. algirus atendiendo a su estado de gravidez resultado del modelo presentado en la Tabla 2.

Figure 4. Mean ± standard error of the number of mites found on the females of A. erythrurus and P. algirus according to their gravidity status (model presented in Table 2).

 

De nuevo, la variación en los machos de la intensidad de infestación por ácaros fue explicada significativamente por el factor mes, pero sólo en el caso de P. algirus (Tabla 3). Ni el ancho del paquete testicular en el caso de A. erythrurus, ni la extensión de la coloración nupcial en el caso de P. algirus, explicaron la variación en el número de ácaros que tenían los machos de lagartija (Tabla 3). Las tendencias gráficas, no significativas, entre la intensidad de infestación y las variables utilizadas para cuantificar el esfuerzo reproductor de los machos se pueden ver en material suplementario (Fig. S1a y Fig. S1b).

 

Tabla 3. Dos modelos lineales generales que analizan el número de ácaros (transformado mediante log10) de forma independiente para los machos de A. erythrurus (n = 28) y P. algirus (n = 75). SC = suma de cuadrados; gl = grados de libertad. Mes corresponde al periodo de abril a septiembre de 2022. Los efectos significativos (α = 0.05) están marcados en negrita.

Table 3. Two general linear models analyzing mite numbers (log10 transformed) independently for males of A. erythrurus (n = 28) and P. algirus (n = 75). SC = sum of squares; df = degrees of freedom. Month corresponds to the period from April to September 2022. Significant effects (α = 0.05) are marked in bold.

 

A. erythrurus

SC

gl

F

Valor P

Intercepto

0.72

1

1.81

0.193

Mes

2.94

5

1.47

0.243

Longitud hocico-cloaca (log10)

0.70

1

1.75

0.200

Ancho testicular

1.55

1

1.36

0.256

P. algirus

SC

gl

F

Valor P

Intercepto

0.19

1

0.09

0.767

Mes

7.44

5

1.49

< 0.001

Longitud hocico-cloaca (log10)

0.00

1

0.01

0.948

Coloración nupcial

0.30

5

0.28

0.923

 

Discusión

Los resultados de inversión en reproducción fueron comparables en el caso de las hembras porque en ambas especies utilizamos el estado de gravidez como aproximación. Los patrones fenológicos en el estado de gravidez mostraron que la estrategia de reproducción difiere entre ambas especies pese a que todas las lagartijas fueron capturadas en la misma área de estudio. Así, P. algirus tiene dos eventos de reproducción en esta localidad, como ya habían indicado Iraeta et al. (2007), mientras que sólo se observó un evento de reproducción en A. erythrurus. Esta diferencia la podemos interpretar como un efecto de la calidad del hábitat con respecto a las necesidades de cada especie. Es decir, podemos esperar que las lagartijas produzcan más de una puesta en aquellos hábitats más favorables (Warner et al. 2007), como de hecho es más frecuente que ocurra en poblaciones de P. algirus que no estén en el límite de su distribución (Salvador 2015). Por tanto, esto sugiere que el Monte de El Pardo es en la actualidad un hábitat que ofrece mejor calidad ambiental para P. algirus y es subóptimo para A. erythrurus. No obstante, también se han descrito efectos climáticos anuales sobre la probabilidad de que tengan lugar segundas puestas en otras poblaciones de A. erythrurus del centro peninsular, al menos en cierta proporción de las hembras (Castilla et al. 1992). En este sentido, A. erythrurus es una especie más termófila que P. algirus (Carretero y Llorente 1995) y se entiende que un año climáticamente propicio para la primera especie podría ser aquel donde la temperatura aumentara durante los primeros meses tras el descanso invernal. Precisamente el año 2022 presentó eventos de olas de calor en abril y mayo, y pese al ambiente térmico presuntamente más propicio para la especie más termófila, ésta mostró un solo evento de reproducción. Nuestra interpretación de que el Monte de El Pardo ofrece mejores condiciones ambientales para P. algirus también está apoyada por la diferencia de abundancia frente a A. erythrurus, habiendo sido la primera especie capturada 2.18 veces más frecuentemente, pese a que se realizó un esfuerzo similar en la búsqueda de ambas. Este hecho está posiblemente explicado por la diferente disponibilidad de microhábitats elegidos por cada especie (observación personal). A. erythrurus además de ser una especie más termófila, también selecciona medios abiertos con suelos arenosos sueltos (Carretero y Llorente 1995; Belliure 2015; Drechsler et al. 2021), mientras que P. algirus, aunque de hábitos considerados generalistas, tiene una mayor preferencia por sotobosques con hojarasca (Carrascal et al. 1989), microhábitat este último que representa aproximadamente el 80% en el área de estudio.

Es llamativo que en agosto no se encontrase ninguna hembra grávida después de que en julio se encontró una proporción de hembras grávidas similar a las encontradas en mayo, y sin embargo en junio sí se observara cierta proporción de hembras grávidas. Esto plantea tres escenarios alternativos: (i) o bien las hembras de P. algirus son muy eficientes depositando los huevos en las segundas puestas y no dio tiempo a encontrar ya hembras grávidas en agosto que hubieran comenzado con el desarrollo de los huevos el mes anterior, o bien (ii) debido a las olas de calor sufridas en 2022, siendo las temperaturas más altas de todo el periodo las registradas en julio (datos no mostrados), se hubieran producido fenómenos de reabsorción folicular (Blackburn 1998); en un escenario más pesimista también podría haber ocurrido (iii) que las hembras que estuvieran realizando una mayor inversión reproductora con una segunda puesta murieran ante las condiciones climáticas extremadamente adversas de sequía y calor durante las olas de calor de julio de 2022 (Wang et al. 2016; Dupoué et al. 2020). La naturaleza observacional de nuestros datos no permite sacar conclusiones.

Las aproximaciones para cuantificar la inversión en reproducción utilizadas no fueron comparables para el caso de los machos de ambas especies porque en P. algirus utilizamos la extensión de la coloración nupcial, mientras que en A. erythrurus utilizamos la variación en el ancho del paquete testicular. No obstante, los resultados de las curvas mensuales para cada especie sí sugirieron una variación fenológica en la inversión en reproducción. En P. algirus la frecuencia de machos clasificados en los grupos de coloración nupcial más extensa fue mayor en los meses de abril a junio. Es interesante el hecho de que abril sea el mes descrito con la mayor actividad gonadal en los machos del centro peninsular (Díaz et al. 1994), lo que sugiere que aunque la producción y mantenimiento de la coloración nupcial está influida por las reservas energéticas con las que emerjan del descanso invernal (Megía-Palma et al. 2022b), también hay probablemente un efecto hormonal que activa la producción de la coloración nupcial durante el primer mes de actividad de las lagartijas (Salvador et al. 1996). Comparando visualmente las curvas fenológicas de coloración nupcial y estado de gravidez de P. algirus se puede interpretar que los machos realizan un mayor esfuerzo en mantener pigmentos en la piel destinados a producir la coloración nupcial, con la que atraen a las hembras y señalizan su agresividad y reducen conflictos con otros machos, durante el periodo en el que las hembras están receptivas (de abril a junio). Y en los meses siguientes, cuando las hembras están ya formando huevos, los pigmentos son posiblemente redistribuidos a otras funciones sistémicas que permiten a las lagartijas no ser tan visibles para los depredadores (Díaz 1993; Smolinský et al. 2022), a la vez que posiblemente favorecen su estado de salud general y el sobrevivir otro año debido al presunto papel como antioxidantes de los carotenoides y pterinas que componen su coloración nupcial (Svensson y Wong 2011; Megía-Palma et al. 2021).

En el caso de los machos de A. erythrurus, la curva fenológica del ancho del paquete testicular sugiere que el máximo de actividad gonadal comenzó más tarde que para P. algirus, concretamente en mayo, y se prolongó durante junio, probablemente debido a que la temperatura era más cálida que en abril. Esta especie, como hemos indicado, es más termófila y estaba más activa a partir de mayo. Es interesante que, pese a que la actividad de A. erythrurus empieza más tarde, la mayor frecuencia de hembras grávidas ocurrió simultáneamente en ambas especies. Este ajuste fenológico podría ser un modo de sincronizar los nacimientos en ambas especies y así diluir la presión de depredación en general (i.e., estrategia del saciado) al haber neonatos de las dos especies disponibles al mismo tiempo. También podría estar relacionado con una reducción en la competencia de los juveniles de P. algirus sobre los neonatos de A. erythrurus, si los primeros fueran de mayor tamaño al haber nacido antes (Rasmussen et al. 2014). El mecanismo por el cual pudiera ocurrir esto abre preguntas interesantes para futuros estudios. Por ejemplo, sería poco probable que las hembras de A. erythrurus almacenaran y utilizaran el esperma de los machos con los que copularon el año anterior para fertilizar los folículos antes de que comenzara la actividad reproductora de los machos del año en curso (Rafferty y Reina 2012), y con ello conseguir depositar huevos a la vez que P. algirus pese a que esta última empieza antes su actividad reproductora, porque la esperanza de vida de A. erythrurus es de una única temporada reproductora (Busack y Jaksic 1982; Drechsler y Monrós 2019). Alternativamente, se ha descrito que las hembras de A. erythrurus tardan tan sólo 20 días tras la cópula en hacer la puesta (Belliure 2015) mientras que P. algirus tarda entre 30 y 40 días (Salvador 2015), lo que posibilitaría el solapamiento en el periodo de puestas. Planteamos la posibilidad de que el desarrollo aparentemente más rápido de los huevos en A. erythrurus esté facilitado por un metabolismo rápido debido a que la temperatura corporal en el campo de A. erythrurus en esta población es, en promedio, 3.43 ºC mayor que la de P. algirus (Blázquez-Castro, datos sin publicar).

Pese a las diferencias en la fenología del esfuerzo de reproducción mostrado por los machos de ambas especies, no hubo efecto significativo de la especie en la fenología de la variación en la intensidad de infestación por ácaros, siendo para ambas especies de lagartija el número de ácaros mayor en mayo para los machos que para las hembras. Esto podría estar relacionado con el hecho de que mayo es, en la población de estudio, un mes de alta actividad de búsqueda de pareja y competición entre los machos para reproducirse, con los desplazamientos asociados; una mayor movilidad de las lagartijas se puede relacionar con una mayor exposición a los ácaros en esta población (Barrientos y Megía-Palma et al. 2021). También mayo, pese a las olas de calor sufridas durante este mes, fue relativamente húmedo gracias a algunas lluvias locales esporádicas (datos no mostrados) que podría contribuir a explicar una mayor presión por ácaros en la población estudiada (Rivera-Rea et al. 2022).

Las variables utilizadas como aproximación a la inversión en reproducción de las lagartijas sólo explicaron la variación observada en las intensidades de infestación por ácaros en el caso de las hembras, ya que las hembras no grávidas de A. erythrurus tenían un menor número de ácaros que aquellas que estaban formando huevos, siendo este patrón coincidente con las hembras grávidas de A. erythrurus en un estudio anterior en el este peninsular (Drechsler et al. 2021). Además, estas hembras grávidas tuvieron cargas de ácaros similares a las hembras de P. algirus. Como se ha explicado anteriormente, existen varios estudios que muestran que los ectoparásitos, y en particular los ácaros, pueden aumentar en las lagartijas en función de la mayor humedad de los microhábitats ocupados por éstas (BeVier et al. 2022), porque los ácaros son más abundantes en sustratos cálidos y húmedos (Wu et al. 2019). Además, los ácaros aumentan en la población de estudio en aquellas lagartijas que se desplazan distancias más largas (Barrientos y Megía-Palma 2021). En relación con esto, el aumento en la actividad de termorregulación cuando los ambientes térmicos se vuelven más restrictivos hacia el verano y las lagartijas se mueven más entre microambientes térmicos que posibiliten el mantenimiento de su temperatura corporal dentro de márgenes fisiológicos operativos también aumenta la carga de ácaros (Megía-Palma et al. 2022a). En este sentido, los resultados concordarían con estudios previos que demuestran que las hembras de lagartija incrementan su preferencia por ocupar microhábitats calientes y húmedos cuando están grávidas (Li et al. 2018). Estos microhábitats son propicios para los ácaros (Wu et al. 2019; BeVier et al. 2022) y la presunta mayor exposición a ácaros hematófagos en las hembras grávidas de A. erythrurus representaría un coste añadido a la inversión reproductora ya que estos artrópodos, además de extraer sangre, son potenciales vectores de patógenos y parásitos sanguíneos (Megía-Palma et al. 2023b). Cabe puntualizar que los datos obtenidos en este trabajo no son válidos para demostrar que las hembras grávidas prefieran microhábitats calientes y húmedos. Del mismo modo, la mayor prevalencia e intensidad generales de infestación por ácaros en P. algirus se puede explicar porque esta especie selecciona microhábitats con hojarasca y, por lo general, más húmedos que los seleccionados por A. erythrurus, y los ácaros son más abundantes sobre las lagartijas en este tipo de substratos, como muestra un trabajo que estudió las cargas de ácaros en lagartijas en un ecotono duna-pinar en el este peninsular (Drechsler et al. 2021). Además de las diferencias en las preferencias de microhábitats, el trabajo de Belliure et al. (1996), que comparó el comportamiento de termorregulación y las estrategias de búsqueda de alimento de A. erythrurus y P. algirus, mostró que la primera especie permanece, de forma general, una gran proporción del tiempo asoleándose en medios abiertos y con poca actividad de desplazamiento, lo cual podría reducir su exposición a los ectoparásitos. Mientras tanto, además de la ya mencionada preferencia por sotobosques con hojarasca de P. algirus, ésta dedica una elevada proporción del tiempo a moverse para buscar presas activamente (Belliure et al. 1996) y al desplazarse puede incrementar su exposición a los ácaros (Barrientos y Megía-Palma 2021; Megía-Palma et al. 2022a). Como explicación complementaria, también es posible que la mayor abundancia de P. algirus en el área de estudio contribuya a una mayor tasa de transmisión de ectoparásitos, y por ende una mayor prevalencia.

Nuestro trabajo no apoya conclusiones derivadas de estudios anteriores en los que se interpretaron efectos directos del esfuerzo de reproducción (mediado por un incremento de la actividad gonadal, y reflejado en la producción de puestas en las hembras y un mayor desarrollo de la coloración nupcial en los machos) aumentando la susceptibilidad a los ectoparásitos en lagartijas. Es más, en el caso de los machos de P. algirus la tendencia gráfica (no significativa) es negativa cuando se comparó el número de ácaros con la extensión de la coloración nupcial (Fig. S1b). Esta tendencia no significativa, sin embargo, está más en consonancia con aquellos estudios que sugieren una relación positiva entre la distancia recorrida por las lagartijas y el uso compartido de microambientes propicios para los ácaros, con la consiguiente sobreexposición a estos parásitos en ambos casos (Olsson et al. 2000; Wu et al. 2019; Wieczorek et al. 2020; Barrientos y Megía-Palma 2021; Megía-Palma et al. 2022a; BeVier et al. 2022). De hecho, en un trabajo previo con machos de esta población, Megía-Palma et al. (2022b) encontraron que los machos con menor extensión de coloración nupcial recorrieron distancias lineales más largas que los machos con mayor superficie coloreada. Por lo tanto, la mayor movilidad de los machos adultos de P. algirus, jóvenes o de peor calidad (Martín y Forsman 1999), y que expresan de forma incompleta su coloración nupcial, podría favorecer la frecuencia con la que se encuentran con ácaros (Barrientos y Megía-Palma 2021), por ejemplo, al desplazarse entre territorios de los machos de mejor calidad (Salvador et al. 1995). Por lo tanto, todos nuestros resultados sugieren una relación positiva entre el incremento en la actividad motora durante los primeros meses de actividad tras la hibernación y la exposición a ácaros hematófagos en P. algirus, posiblemente asociada con el incremento del número de movimientos entre microhábitats térmicos en los que las lagartijas termorregulan, y no necesariamente relacionado con la reproducción (Megía-Palma et al. 2022a). El posterior descenso observado del número de ácaros en agosto en P. algirus podría deberse a que el ambiente es demasiado seco para los ácaros en ese mes al tiempo que las lagartijas en esta localidad se desplazan poca distancia al permanecer dentro de los arbustos a la sombra (Díaz et al. 2022). No obstante, en general, los trabajos previos sí apoyan que la testosterona puede incrementar el número de ectoparásitos en las lagartijas (Olsson et al. 2000; Klukowski y Nelson 2001; Roberts et al. 2004; Cox y John-Alder 2007), aunque algunos trabajos muestran efectos contradictorios en relación con los ácaros (Pollock et al. 2012; Argaez et al. 2021). Por ejemplo, aquellas lagartijas que durante su fase embrionaria estuvieron expuestas a mayores concentraciones de testosterona no mostraron posteriormente ni recuentos leucocitarios menores ni un mayor número de ácaros (Uller y Olsson 2003). Sin embargo, son sólidos los resultados que muestran que la testosterona sí puede incrementar la actividad motora en lagartijas (Marler y Moore 1989; Olsson et al. 2000; Klukowski et al. 2004). Esto puede aumentar la exposición a los ectoparásitos, resultando difícil separar los efectos inmunosupresores de esta hormona de aquellos sobre la actividad motora (Veiga et al. 1998; Olsson et al. 2000). De nuevo en este sentido, el experimento de traslocación recíproca con captura-recaptura realizado por Barrientos y Megía-Palma (2021) en la población de estudio demostró un efecto directo de la distancia recorrida sobre el aumento del número de ácaros en machos de P. algirus que fue independiente de los posibles efectos confundidores de la testosterona y dando apoyo a nuestras interpretaciones en el presente estudio. 

Contribución de los autores

Rodrigo Megía-Palma: conceptualización, metodología, revisión de los datos, análisis estadísticos, escritura – primer borrador. Claudia Mediavilla: escritura – revisión y edición, generación y revisión de los datos. Senda Reguera: generación de datos. Rafael Barrientos: generación de datos, escritura – revisión y edición.

Disponibilidad de datos

los datos están accesibles en el repositorio de datos de Mendeley con el DOI https://doi.org/10.17632/bc6zphghvz.1

Financiación, permisos requeridos, potenciales conflictos de interés y agradecimientos

RB tenía en el momento de la realización del estudio una beca postdoctoral de la Comunidad de Madrid (2018T1/AMB10374 and 2022-5a/AMB-24242).

La Comunidad de Madrid y la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura autorizaron la captura de lagartijas (código de licencia 10/184672.9/22). Patrimonio Nacional nos autorizó para trabajar en el Monte de El Pardo.

Los autores declaran que no tienen conflictos de interés en relación con este estudio.

Agradecemos a José Antonio de los Ríos Solera (Universitat de Barcelona) que amablemente nos cedió la fotografía ventral del macho de Acanthodactylus mostrada en la Figura 2d. Los comentarios de dos revisores han contribuido a la mejor puesta en valor de nuestros datos.

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Material Suplementario / Supplementary material

 

Relación del número de ácaros con (a) el ancho testicular en A. erythrurus y con (b) el grupo de coloración nupcial en los que fueron clasificados los machos de P. algirus en función de la superficie pigmentada (de menor a mayor superficie pigmentada de izquierda a derecha

 

Figura S1. Relación del número de ácaros con (a) el ancho testicular en A. erythrurus y con (b) el grupo de coloración nupcial en los que fueron clasificados los machos de P. algirus en función de la superficie pigmentada (de menor a mayor superficie pigmentada de izquierda a derecha, ver también en el texto principal la Figura 2).

Figure S1. Relationship between the number of mites with (a) testis width in A. erythrurus and with (b) the nuptial coloration group in which P. algirus males were classified based on the pigmented surface area (from least to most pigmented surface from left to right; see also Figure 2 in the main text).